El intento de diálogo de la Casa Rosada con los gobernadores choca con recortes de fondos y desconfianza política.
Redacción Periodismo Análisis Político ✍️ Diario Digital CM24HORAS
La llegada de Lisandro Catalán al Ministerio del Interior fue presentada como un gesto de apertura y diálogo hacia los gobernadores. Sin embargo, detrás de la foto protocolar y de las llamadas telefónicas, lo que prevalece es la desconfianza.
Los mandatarios provinciales ya no están dispuestos a conformarse con promesas. Las derrotas electorales de Javier Milei en la provincia de Buenos Aires y en el Congreso son, en gran medida, consecuencia de un vínculo roto con quienes, durante el primer tramo de su gobierno, funcionaron como aliados tácticos. Esa red se debilitó por incumplimientos en el envío de fondos, obras paralizadas y un centralismo que, bajo la excusa del ajuste, se convirtió en un desprecio sistemático por las provincias.
Catalán, que conoce a los gobernadores desde sus tiempos como secretario del Interior, intentó mostrar músculo político con reuniones junto a Rogelio Frigerio, Leandro Zdero y Alfredo Cornejo, tres dirigentes que comparten frentes con La Libertad Avanza. Incluso, el guiño de incluir a Luis Caputo en la mesa buscó reforzar la idea de que los recursos podrían volver a estar sobre la discusión. Pero la realidad se impone: el veto presidencial a dos leyes claves —la coparticipación de los ATN y el financiamiento universitario— y el recorte de más de $17.000 millones en transferencias provinciales dejaron claro que la Casa Rosada ofrece diálogo mientras ajusta la soga.
La política no se resuelve con fotos ni con frases hechas sobre “recuperar el diálogo”. Los gobernadores lo saben. Por eso, la mayoría eligió esperar a las legislativas de octubre antes de definir cualquier acercamiento. No es una cuestión de capricho: es supervivencia política en territorios donde La Libertad Avanza compite y, al mismo tiempo, incumple.
Catalán puede ser un interlocutor hábil, pero no hay mediador capaz de construir confianza cuando lo que falta son gestos concretos. El federalismo no se declama en conferencias: se ejerce con recursos, obras y respeto por las autonomías provinciales. Si el Gobierno no comprende esta premisa básica, lo que se avecina no será un diálogo renovado, sino un aislamiento cada vez más profundo.
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