BASTA DE SILENCIO! LA MUERTE DE RODRIGO AGUILAR NO PUEDE QUEDAR IMPUNE

BASTA DE SILENCIO! LA MUERTE DE RODRIGO AGUILAR NO PUEDE QUEDAR IMPUNE

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Silencios cómplices y discursos que no protegen vidas.

Redacción Periodismo de Opinión ✍️ Diario Digital CM24HORAS

Hoy no hablamos de estadísticas ni de números fríos: hablamos de vidas. La de Rodrigo Exequiel Aguilar, un joven de 29 años, que murió el 23 de abril mientras realizaba tareas de limpieza en la Bodega Millán, en Luján de Cuyo, Mendoza. Murió porque alguien no hizo su trabajo. Murió porque los controles brillaron por su ausencia. Murió porque quienes deberían protegerlo —el sindicato Soeva Luján y la ART— miraron para otro lado.

Cinco meses después, su familia sigue esperando respuestas. Y yo me pregunto: ¿dónde estaba Soeva Luján? ¿Por qué nadie fiscalizó la seguridad de los trabajadores vitivinícolas que representa? ¿Por qué no advirtió sobre los peligros de un piletón que emanaba gases tóxicos? ¿Por qué no actuó cuando la vida de un trabajador estaba en juego?

Esto no es negligencia accidental: es abandono. Abandono a la familia, abandono a un joven que confiaba en que alguien velaría por su seguridad, abandono de toda una comunidad que merece saber que trabajar no es sinónimo de morir.

Los sindicatos existen para proteger a los trabajadores, no para mirar hacia otro lado mientras los que defienden mueren solos. La ART tampoco apareció. La burocracia, el silencio institucional y la impunidad son lo único que han llegado a esta familia.

No podemos naturalizar esto. No podemos permitir que la vida de los trabajadores valga menos que la comodidad de los dirigentes sindicales que son los responsables en velar por los derechos de los trabajadores y la negligencia de los que deberían cuidar. Es hora de exigir respuestas, sanciones y, sobre todo, acciones concretas. Porque un trabajador muerto no es una estadística más: es un hijo, un hermano, un padre, y merece justicia.

El secretario general de Soeva Luján, Juan Saez, se esconde detrás de reflexiones prefabricadas y discursos vacíos que nada dicen y nada resuelven. Mientras la realidad golpea con la muerte de un trabajador, él elige refugiarse en palabras huecas que buscan justificar su inacción. La retórica no protege vidas, y la falta de respuestas solo evidencia un sindicalismo más preocupado por ganar las elecciones y mantener apariencias que por defender a quienes deberían ser su verdadera prioridad: los trabajadores.

¡Basta de complicidad, basta de impunidad! La sociedad no puede ni debe quedarse callada mientras los que deberían protegernos nos fallan de esta manera. La vida de Rodrigo Aguilar exige que se haga justicia, y nosotros exigimos que quienes tienen poder y responsabilidad dejen de esconderse detrás del silencio.


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