La crisis de Bodega Norton expone la fragilidad de la vitivinicultura mendocina y reabre el debate sobre el futuro del sector.
La presentación en concurso de acreedores de Bodega Norton encendió las alarmas en el corazón de la economía mendocina y reavivó un debate inevitable: ¿qué está pasando con la vitivinicultura provincial y cuáles son los caminos para superar esta crisis?
La noticia tuvo un fuerte impacto entre el empresariado local, que mira con preocupación la situación de una de las bodegas más emblemáticas de Mendoza. Si bien el sector evita hacer pronósticos apresurados, las cifras que se manejan sobre el volumen de deuda generan inquietud. “Más allá del caso puntual de Norton, esto refleja un problema estructural del vino mendocino”, señalan desde el sector.
Efecto cadena y preocupación en los viñateros
La presentación judicial no solo afecta a la empresa en sí, sino también a toda la cadena de valor: viñateros, proveedores, transportistas y pequeños productores que dependen directamente de la comercialización de uvas y vinos con bodegas de gran tamaño.
Dejar de pagar —advierten los analistas— implica que muchos actores de la industria podrían atravesar uno o dos años sin cobrar, a causa de la lentitud de los procesos judiciales.
Exportaciones en baja y consumo interno en retroceso
El panorama económico general tampoco ayuda. Las exportaciones de vino vienen cayendo de forma sostenida, mientras que las ventas en el mercado interno se debilitan. A esto se suman cambios en los hábitos de consumo a nivel global y las dificultades macroeconómicas que enfrenta la Argentina en su frente exportador.
La acumulación de stock y la baja rentabilidad se convirtieron en una constante. Las bodegas se ven obligadas a ofrecer precios más bajos para mantener el flujo comercial, mientras los márgenes se reducen.
Expectativas ante un nuevo escenario político y económico
Desde la asunción del nuevo gobierno nacional, el sector vitivinícola observa con atención las medidas económicas y espera señales que impulsen la competitividad. La estabilidad cambiaria y una eventual reforma tributaria y laboral aparecen como condiciones indispensables para recuperar dinamismo y sostener el empleo.
Un llamado a repensar el futuro del vino mendocino
Más allá de la coyuntura, el caso Norton debe servir como punto de inflexión. La vitivinicultura mendocina necesita replantear estrategias, diversificar su matriz productiva y adaptarse a los nuevos desafíos globales.
Porque, como lo demuestra su historia centenaria, el vino sigue siendo la industria madre de Mendoza y su prestigio internacional no puede verse comprometido por la falta de políticas sostenibles.
El desafío, ahora, es transformar la crisis en oportunidad.
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