Pekín y Washington avanzan en el deshielo económico con medidas recíprocas que alivian la tensión y reactivan el comercio marítimo global.
En una nueva señal de distensión entre las dos mayores economías del planeta, China anunció este lunes la suspensión por un año de las “tasas portuarias especiales” aplicadas a los buques estadounidenses, una medida que se da en paralelo con la decisión de Washington de frenar temporalmente los aranceles sobre embarcaciones chinas.
El gesto, que representa un paso importante hacia la reconstrucción del vínculo comercial entre ambos países, se produce tras el encuentro entre los presidentes Xi Jinping y Donald Trump, celebrado el mes pasado en Corea del Sur, donde ambos líderes acordaron avanzar en un proceso gradual de levantamiento de sanciones mutuas.
Un año de respiro en medio de la tensión global
Según informó el Ministerio de Transporte de China, la suspensión de las tasas comenzó a regir este lunes a las 13:01 (hora local) y se extenderá por un período inicial de 12 meses. Estas tarifas se aplicaban a buques operados o construidos en Estados Unidos que atracaban en puertos chinos, encareciendo significativamente los costos de transporte y afectando las rutas marítimas internacionales.
Durante los últimos meses, la guerra comercial entre Washington y Pekín había alcanzado niveles críticos. En su punto más alto, los aranceles cruzados llegaron a superar los tres dígitos, generando un impacto directo sobre las cadenas de suministro globales, la industria manufacturera y los precios internacionales de materias primas.
“Se trata de un avance prudente, pero significativo”, señaló un analista del Instituto de Relaciones Económicas Internacionales de Pekín. “El alivio temporal de las tensiones permite a ambas potencias ganar tiempo para renegociar condiciones estructurales que afectan al comercio marítimo mundial”.
China levanta sanciones a filiales de Hanwha Ocean
En una medida complementaria, Pekín levantó las sanciones contra cinco filiales estadounidenses de Hanwha Ocean, uno de los principales astilleros de Corea del Sur, que habían sido penalizadas por colaborar con la investigación estadounidense conocida como “Sección 301”.
El Ministerio de Comercio chino explicó que la decisión se toma en reciprocidad por la suspensión de los aranceles portuarios que Estados Unidos aplicaba a las embarcaciones de bandera o construcción china. La suspensión, que también tendrá una duración de un año, abarca a compañías como Hanwha Philly Shipyard Inc. y Hanwha Shipping LLC, que vuelven a estar habilitadas para operar con normalidad en el mercado asiático.
Además, China decidió posponer una investigación interna sobre el impacto de la Sección 301, que había sido cuestionada por “afectar los intereses de seguridad y desarrollo” de la industria naval del país.
En un comunicado, el Ministerio expresó que Pekín “espera que Estados Unidos continúe colaborando con un espíritu de equidad y respeto mutuo, contribuyendo conjuntamente a mantener la competencia leal en los mercados globales del transporte marítimo y la construcción naval”.
Control de exportaciones y lucha contra el fentanilo
En otro movimiento paralelo, el Gobierno chino anunció la incorporación de más de una docena de precursores químicos del fentanilo a su lista de exportaciones controladas hacia Estados Unidos, México y Canadá.
La medida se interpreta como una respuesta directa a los compromisos alcanzados recientemente en el marco de las negociaciones bilaterales con Washington. Estados Unidos acusa desde hace años a China de no frenar de manera efectiva el flujo de sustancias químicas letales que alimentan la crisis de opioides, una de las principales emergencias sanitarias del país norteamericano.
Según la Casa Blanca, Pekín se comprometió el 1° de noviembre a “detener el envío de ciertos productos químicos designados a América del Norte”, como parte de un paquete de “acciones significativas” para reducir el flujo de fentanilo.
Un equilibrio frágil pero prometedor
El deshielo diplomático y económico entre China y Estados Unidos no implica el fin de las tensiones estructurales, pero sí representa un cambio de tono. Ambas potencias buscan estabilizar su relación tras años de enfrentamientos que alteraron el comercio global y debilitaron la confianza de los mercados internacionales.
Los analistas coinciden en que la tregua comercial es una oportunidad estratégica: mientras Washington intenta proteger su industria naval y reactivar su producción doméstica, Pekín busca mantener su liderazgo en la construcción de buques —un sector que hoy representa casi la mitad de la producción mundial— sin enfrentarse a nuevas barreras comerciales.
“Este gesto de cooperación, aunque temporal, muestra que existe voluntad política de ambos lados para frenar la escalada y retomar el diálogo económico”, destacan fuentes diplomáticas cercanas a las negociaciones.
Con la suspensión de aranceles, la reanudación parcial de operaciones comerciales y el endurecimiento de los controles de exportación, China y Estados Unidos inician una etapa de reconstrucción progresiva de su relación económica, cuya evolución será clave para el equilibrio financiero y logístico del planeta durante el próximo año.
Publicidad



