EDITORIAL | LOS ERRORES DEL PASADO Y EL COSTO POLÍTICO DE UN PRESENTE SIN RUMBO EN LA VITIVINICULTURA

EDITORIAL | LOS ERRORES DEL PASADO Y EL COSTO POLÍTICO DE UN PRESENTE SIN RUMBO EN LA VITIVINICULTURA

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EDITORIAL | LOS ERRORES DEL PASADO Y EL COSTO POLÍTICO DE UN PRESENTE SIN RUMBO EN LA VITIVINICULTURA

Editorial El Observador Sindical ✍️ Redacción Diario digital CM24HORAS

El sector vitivinícola argentino atraviesa una de sus crisis más profundas de las últimas décadas. Pero lo más alarmante no es solo la caída de la producción, la falta de rentabilidad o el impacto climático. Lo más grave es la ausencia total de un proyecto político, de representación, de futuro. Y eso tiene un costo: social, económico y político. Un costo que hoy pagan los trabajadores, las economías regionales, las pymes y las familias que sostienen con esfuerzo esta cadena productiva históricamente ligada a nuestra identidad.

Herencia sin gestión, presente sin proyecto

Los errores del pasado no se borran con discursos. Durante años, el sector fue víctima de decisiones erráticas por ambiciones personales, falta de planificación, conflictos internos y una marcada incapacidad de renovación dirigencial. Se dejaron pasar oportunidades, se sostuvieron privilegios y se postergaron debates fundamentales. El resultado está a la vista: una vitivinicultura sin conducción, sin una voz unificada y sin una política nacional que la defienda.

En este escenario, los trabajadores del vino son los más perjudicados. Sin representación real ni defensa efectiva, están librados a la precarización, a la incertidumbre y al abandono institucional.

Sin Congreso no hay transformación

Para cambiar la historia, es imperioso salir del silencio y llevar el debate al Congreso de la Nación. Allí es donde deben discutirse leyes que garanticen un nuevo marco para el sector: más justo, más inclusivo, más federal. No se trata solo de proteger una industria, sino de defender una cultura, una forma de vida, un motor económico clave para provincias como Mendoza, San Juan, La Rioja o Salta.

Quien tiene hoy la llave para transformar el destino del sector vitivinícola no está afuera, sino adentro del Congreso de la Nación, con capacidad legislativa real, pero aislada del conventillo, de las internas estériles y de las viejas lógicas que han paralizado al sector; y tal vez por eso —por no prestarse al juego del desgaste— aún sigue sido la figura clave en su dimensión estratégica.

 

¿Dónde están los dirigentes comprometidos con esta causa? ¿Quién levanta la voz ante un Congreso de la Nación que tiene un parlamento pleno para debatir y cambiar la historia por los miles de trabajadores vitivinícolas? El tiempo de los diagnósticos ya pasó. Hoy se necesita acción política, ideas nuevas y voluntad de transformación.

El desafío de representar

Este es un llamado urgente a quienes dicen representar al sector. No alcanza con declaraciones ni actos simbólicos. Se necesita un plan estratégico, una propuesta legislativa sólida, una agenda pública que ponga a la vitivinicultura en el lugar que merece. El Congreso espera por todos aquellos que hoy disputan una interna por ambiciones personales. ¿O será que todos los intentos que hagan será el mismo fracaso de sus gestiones al frente de las instituciones sindicales? El silencio y la pasividad de hoy serán, sin dudas, los errores que pesarán mañana.

Porque cambiar la historia no es una consigna vacía: es una responsabilidad política.

 

 

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