FOEVA: LOS GENERALES DE ESCRITORIO DE LA VITIVINICULTURA

FOEVA: LOS GENERALES DE ESCRITORIO DE LA VITIVINICULTURA

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Paro y movilización revelan la distancia entre los discursos sindicales y las verdaderas conquistas para los trabajadores vitivinícolas.

Redacción Periodismo de Opinión ✍️ Diario Digital CM24HORAS

Una vez más, los dirigentes de la FOEVA hacen lo que mejor saben hacer: agitar banderas, anunciar paros y posar de defensores heroicos de los obreros vitivinícolas… mientras en las mesas de negociación se retiran con las manos vacías y los bolsillos bien llenos.

No se trata de negar los reclamos justos de los trabajadores, sino de señalar con el dedo a quienes dicen representarlos y terminan jugando siempre el mismo papel de figurantes en una tragicomedia teatral repetida. Piden un 2% mensual y un bono que apenas serviría para cubrir una compra en el supermercado, pero luego venden el discurso de la “lucha obrera” como si estuvieran derrocando a un imperio.

Los capataces de la FOEVA parecen vivir en un mundo paralelo: declaran “puntos críticos” en la negociación, pero nunca explican cómo llegaron a ese punto después de décadas de complacencia con las cámaras empresarias. Denuncian a Zuccardi, Peñaflor o Fecovita como si fueran enemigos eternos, pero jamás se animan a tocar en serio el entramado de privilegios que sostiene al sector.

El resultado es siempre el mismo: paros que desgastan a los trabajadores, uvas que quedan sin levantar y familias que pierden jornales. Mientras tanto, los dirigentes se pasean por los medios con discursos inflamados que no cambian una sola realidad en la viña ni en la bodega.

El problema no es la huelga en sí, sino la caricatura sindical en que la FOEVA se ha convertido: un gremio que confunde épica con impotencia, negociación con show y lucha con abandono.

La verdadera pregunta es si los obreros vitivinícolas merecen dirigentes que, en lugar de repetir el libreto de siempre, sean capaces de defender sus derechos con firmeza y resultados. Porque hasta ahora, lo único que cosechan los afiliados es la ironía amarga de sentirse usados como escudo humano en una batalla que sus propios líderes no quieren —ni saben— ganar.

En definitiva, la FOEVA se planta como la gran defensora de los obreros, pero sus dirigentes parecen más preocupados por el talle de sus camisas que por el tamaño del salario de sus afiliados. Se llenan la boca de “lucha” mientras negocian derrotas, organizan paros que sólo sirven para la foto y terminan brindando con el mismo vino caro que sus bases nunca podrán comprar. Si esta es la vanguardia sindical, pobre de los que vienen atrás.

 

 


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